14 octubre 2008

Gracias a los amigos que acompañan.


Al regresar de cada viaje me doy la oportunidad de hacer un breve recuento de los sucesos, en cada viaje trato de abrir tanto los ojos para mirar una y otra vez, para no olvidar; por alguna razón quiero que cada momento quede intacto en la memoria, porque tengo presente que no se cuando volveré... es más no se si volveré a ese lugar, y por supuesto las circunstancias de cada viaje no se repetirán.

Sin conocer Cancún me aventuré a un viaje bien vendido, "barato, barato, llévelo, llévelo" con el pequeño Víctor Alejandro por cumplir 6 meses de vida quien además tenía su primera gripe me sentía más preocupada que emocionada, pero el trato estaba cerrado así que empacamos y partimos... con Pancho los viajes siempre traen cosas nuevas, el cambio de aires nos permite conocernos y desconocernos, en fin ha sido compañero de tantos trayectos que éste seguro algo traería.

Partimos 7, a las 4 y minutos, el 9 de octubre, todo fue conocido y desconocido, somos 6 amigos que coincidiendo en el tiempo hemos hecho alianzas, que decidimos compartir el tiempo juntos y este viaje fue la nueva oportunidad para compartir días y noches en la playa, cada uno con su carácter, con sus prioridades, gustos, y por supuesto cada uno es quisquilloso a su manera.

Al regresar sólo me sentía exhausta, en lo único que podía pensar era en lo cansada que me sentía y en todos los deberes por hacer, porque con un bebé en casa la cosa no es como llegar y dormir, habrá que preparar un sin fin de cosas para atenderlo durante la noche y a la mañana siguiente.

Sin embargo, esta mañana que reconocía los sentimientos de "la mañana siguiente al viaje" me di cuenta de lo refrescante que fue, pero esta vez no fue el mar que era encantador como siempre, ni el sol y la alberca, ni el relax lo que significó tanto de este viaje; lo mejor fueron los compañeros, el compartir desayunos (aunque hay quien NO DESAYUNA), las lecturas a la orilla de la alberca que cada uno en su libro de alguna manera acompañaba, los paseos por los centros comerciales, la primera cena deliciosa, la última cena del recuerdo (de la que no tenemos foto), la mojada, la perdida, los charcos, la última llamada del aeropuerto, los pies de Víctor Alejandro por primera vez en el mar (todos fuimos testigos)... sin lugar a dudas lo mejor de este viaje no fue el lugar, fue el encanto de compartir momentos que quedarán en la memoria por mucho tiempo y que con gusto guardaré especialmente en el corazón.

Gracias a los divertidos compañeros de éste viaje, que nos aguantaron y nos ayudaron, que nos permitieron estar cerca una vez más.

04 octubre 2008

2 de octubre de 2008.

Hace dos días como cada año, puse especial atención a todo lo que recuerda una época que para mi resulta intrigante, 1968 un año que mundialmente ha sido nombrado y recordado cuando se trata de cambios, de revoluciones de los “jóvenes” a favor de causas sociales, en busca de la equidad y de la justicia social; manifestaciones en contra de gobiernos opresores, base comparativa con los movimientos armados que han surgido en Latinoamérica en los últimos años.

Toda la información que circula en torno al tema, me moviliza más de un sentimiento, y la tristeza no está entre ellos como tampoco la compasión, me invaden las ganas de entender cómo jóvenes de todo el mundo lograron ORGANIZARSE para manifestar una y otra vez su rechazo, su inconformidad y sus necesidades como célula social (la juventud), cómo lograron integrarse con otras organizaciones sociales para expresar la injusticia social hacia ciertos sectores laborales; cómo su organización y determinación fue tal que sus gobiernos recurrieron a las armas para frenar aquel revuelo social.

La emoción que me llega al cuerpo es difícil de describir porque más bien es una combinación de diversos sentimientos que van desde la vergüenza del que desea hacer algo similar y no sabe como comenzarlo, ni como colocar al menos un grano de arena en alguna causa social; hasta el asombro ¿cómo?

Este año pensaba más en la sociedad frente al gobierno y frente a nuestra realidad, pienso en México y su gran problema: la inseguridad, ¿Qué no nos es suficientemente difícil vivir en un país donde prosperar es un crimen que se paga con el secuestro, los robos o el asesinato? ¿Qué no nos es suficiente que detonen una bomba en una plaza pública atacando directamente a la sociedad? ¿Qué ese no es un motivo suficiente para que como sociedad manifestáramos ferozmente nuestros intereses? ¿Por qué hemos decidido vivir con miedo? ¿Por qué hoy no tenemos el valor de organizarnos, salir a la calle, manifestarnos hasta ser escuchados, hasta que las armas se utilicen contra quienes no nos dejan vivir en paz?

El 2 de octubre de 1968 no me da tristeza, me causa mayormente admiración por todos aquellos que tuvieron la mente clara para observar a su alrededor y decidir que la realidad social que vivían podía ser mejorada, y tuvieron el valor de gritarlo además de soportar la represión violenta de un gobierno al que lograron movilizar de tal manera que el ejercito estuvo muy ocupado. El 2 de octubre de 2008 me da una tristeza y una vergüenza enorme, porque hemos dejado como sociedad que aquellos que han sembrado el terror, cosechen nuestra sumisión.