04 octubre 2008

2 de octubre de 2008.

Hace dos días como cada año, puse especial atención a todo lo que recuerda una época que para mi resulta intrigante, 1968 un año que mundialmente ha sido nombrado y recordado cuando se trata de cambios, de revoluciones de los “jóvenes” a favor de causas sociales, en busca de la equidad y de la justicia social; manifestaciones en contra de gobiernos opresores, base comparativa con los movimientos armados que han surgido en Latinoamérica en los últimos años.

Toda la información que circula en torno al tema, me moviliza más de un sentimiento, y la tristeza no está entre ellos como tampoco la compasión, me invaden las ganas de entender cómo jóvenes de todo el mundo lograron ORGANIZARSE para manifestar una y otra vez su rechazo, su inconformidad y sus necesidades como célula social (la juventud), cómo lograron integrarse con otras organizaciones sociales para expresar la injusticia social hacia ciertos sectores laborales; cómo su organización y determinación fue tal que sus gobiernos recurrieron a las armas para frenar aquel revuelo social.

La emoción que me llega al cuerpo es difícil de describir porque más bien es una combinación de diversos sentimientos que van desde la vergüenza del que desea hacer algo similar y no sabe como comenzarlo, ni como colocar al menos un grano de arena en alguna causa social; hasta el asombro ¿cómo?

Este año pensaba más en la sociedad frente al gobierno y frente a nuestra realidad, pienso en México y su gran problema: la inseguridad, ¿Qué no nos es suficientemente difícil vivir en un país donde prosperar es un crimen que se paga con el secuestro, los robos o el asesinato? ¿Qué no nos es suficiente que detonen una bomba en una plaza pública atacando directamente a la sociedad? ¿Qué ese no es un motivo suficiente para que como sociedad manifestáramos ferozmente nuestros intereses? ¿Por qué hemos decidido vivir con miedo? ¿Por qué hoy no tenemos el valor de organizarnos, salir a la calle, manifestarnos hasta ser escuchados, hasta que las armas se utilicen contra quienes no nos dejan vivir en paz?

El 2 de octubre de 1968 no me da tristeza, me causa mayormente admiración por todos aquellos que tuvieron la mente clara para observar a su alrededor y decidir que la realidad social que vivían podía ser mejorada, y tuvieron el valor de gritarlo además de soportar la represión violenta de un gobierno al que lograron movilizar de tal manera que el ejercito estuvo muy ocupado. El 2 de octubre de 2008 me da una tristeza y una vergüenza enorme, porque hemos dejado como sociedad que aquellos que han sembrado el terror, cosechen nuestra sumisión.

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